miércoles, 8 de julio de 2015

La tortuga asoma la cabeza y respira

Cuentan los cuentos que una princesa buscaba a su príncipe azul... 

Un día la princesa se dio cuenta de que un ser al otro lado de su cuento la observaba con ojos curiosos. La princesa se asustó y se escondió detrás de unas flores que su príncipe le había regalado. 

Nunca se había fijado antes en ese ser tan grande y extraño que se encontraba al otro lado, pues ella solo tenía ojos para su príncipe. Pero ese día... ese día se sentía extraña y le dio por mirar más allá de su cuento, como buscando algo... 

De repente sitió pavor, un calor abrumaba su pecho y dejó de respirar por unos instantes...

- ¡Tranquila! Solo estoy leyendo tu cuento princesa, no pretendía asustarte, pensé que me conocías pues comparto mis noches contigo antes de empezar a soñar.

Ella temblaba.

- No te asustes, soy una amiga, ¿qué te ocurre?

Respiró.

- ¿Amiga dices? ¡No te creo! ¡Mi único amigo es el príncipe! ¡Y las lechuzas, liebres y pájaros con los que canto cuando hago mis tareas! - escupió entre sollozos la princesa.

- ¿Tu único amigo real es el príncipe?

- ¿Cómo que real? ¿Qué dices? ¡¿Eres la bruja mala que viene a quitarme a mi príncipe?!

- Princesa, tranquila... nunca te haría daño, te admiro, siempre he querido ser como tú, pero últimamente cuando leo tu cuento me cuestiono cosas, creo que me estoy haciendo mayor, me preocupas princesa, los cuentos, cuentos son...

- ¿Qué es cuestionar? No conozco esa palabra... ¿Es una especie de conjuro para quitarme a mi príncipe? ¿Cuentos? Solo hay un único cuento bruja malvada, ¡el mío!

- No querida princesa, no soy la bruja malvada, yo te lo explico: cuestionar es no creer que todo lo que te dicen es la única verdad, es dudar y pensar acerca de tu realidad. Hay muchos cuentos maravillosos que puedes crear para ti. 

- No entiendo de qué me hablas, eso no me lo han enseñado en la escuela de princesas, la única realidad es mi cuento.

- ¡Oh, princesa! ¡Hay muchos cuentos más! Si quieres yo te los puedo enseñar ¿Qué aprendiste en la escuela de princesas?

La princesa se enalteció y dijo con pedantería:

- Pues en la escuela de princesas me enseñaron a amar y hacer feliz a mi príncipe, a hacer las tareas de la casa, a ponerme guapa para mi príncipe, ¡y saqué matrícula de honor!, soy la primera de mi promoción.

- ¡Asombroso princesa! ¿Y qué te gusta hacer a ti?

- ¡Pues lo que te he dicho! ¿No escuchas? ¡Cuidar y mimar a mi príncipe!

- Siempre estoy dispuesta a escucharte princesa, pero mi pregunta es, ¿haces algo más además de cuidar de tu príncipe?

- Eh..., ¿a qué te refieres? 

- ¿Qué sueñas por las noches?

- Pues... sueño mucho con conocer otros reinos, pero mi príncipe trabaja mucho para poder cuidar de mi y nuestra futura familia y dice que algún día lo haremos. 

- Ya me he dado cuenta, pasas mucho tiempo sola pensando en vuestra felicidad, pero haréis cosas juntos cuando llega el príncipe al castillo, ¿verdad? Ese cuento nunca lo he leído.

- Bueno... llega cansado, el rey le tiene trabajando todo el día, haciendo sus cosas de príncipe, es muy responsable y claro... cuando llega a castillo le tengo preparado un buen plato de perdices y después se queda dormido. Yo me quedo admirándole mientras descansa y al día siguiente... bueno... al día siguiente igual... 

- ¿Y tus amigas de la escuela de princesas?


- Pues... no las veo desde la escuela, somos buenas princesas, siempre cuidando de nuestro príncipe - d
ijo la princesa con aire nostálgico y triste.

- ¿Te ocurre algo princesa?


- No sé... cuando te he visto he sentido mucho miedo, como cuando vi al dragón que la bruja malvada conjuró para asustarme, pero ahora siento que el estómago me pesa y que el pecho me oprime, nunca me había pasado, creo que voy a enfermar.


- Creo que sé lo que te ocurre princesa, ¿quieres descansar?


- No, no, me gusta hablar contigo, hacía mucho tiempo... hacía mucho tiempo que nadie me preguntaba cosas sobre mi..., ¿estoy enferma?


- No mi princesa, lo que tienes es un miedo distinto al que has podido sentir hasta ahora, es el principio de la duda, te estás contestando preguntas que nunca te has planteado responder, porque te han enseñado a no hacértelas. 







Ilustración: Rafal Olbinski